
Diego trabaja 12 horas de lunes a sábados, y se deja los domingos libres por si sale alguna actuación con la banda. “Con el grupo seguimos tocando, lo que pasa es que lo banqué solo hasta donde pude, porque no hay nadie que ponga plata como me habían prometido en un principio”.
Diego firmó un contrato de tres años y tres discos con la discográfica Lider Music, pero según él, la actividad está estancada porque no tiene el apoyo necesario. “Ya tenía un segundo disco grabado, pero como las cosas no se están dando como habíamos hablado, prefiero dejarlo ahí y esperar hasta que mejore. Mientras tanto, tocamos en las presentaciones que salgan”, dice con tranquilidad.

Hoy maneja un Peugeot 405 que está pintado de blanco y negro porque fue taxi y al que de a poco va arreglando. Asegura que con lo que gana manejando le alcanza para vivir y para “guardar algunos manguitos” y se le infla el pecho de orgullo cuando recalca que siempre eligió seguir su propio camino. “No me arrepiento de nada de lo que hice, creo que no entendí muy bien cómo era la cosa después de salir de la casa, porque yo seguí viviendo de la misma manera que antes, y todo había cambiado”.
Aún con el pelo atado y anteojos negros, la gente lo sigue reconociendo y, durante la entrevista, algunas personas se acercan para fotografiarse con él. “Yo no perdí la fama”, suelta Diego casi sin pensarlo y enseguida agrega: “La fama la sigo teniendo porque la gente me reconoce, se me acerca y me da muestras de cariño, lo que pasa con el trabajo son cosas de la vida y uno no sabe qué puede pasar en el futuro”, completa.

El cariño de la gente también lo nota cuando algún desprevenido sube a su auto y se da cuenta de que el conductor es Diego. “Por lo general, lo primero que me dicen es: ´¿qué hacés acá?´, después, se alegran y nos ponemos a charlar. Pensé que sería un poco más pesado, pero me tratan con mucho respeto”. Cuando llega la hora de hacer un breve repaso por su vida después de su participación en el reality, la primera palabra que se le viene a la mente es "regalo", y no se refiere solamente al dinero que ganó.
“Todo lo que me pasó con los medios para mí fue un regalo de Dios, algo que nunca me hubiese imaginado que me podía llegar a pasar y que me sirvió para conocer cosas y gente que de otra manera nunca hubiese conocido”. Pero no todo es alegría, ya que su exposición mediática también le trajo algunos dolores de cabeza, que hasta el día de hoy lo siguen afectando. “Lo que me alejó de los medios es el hecho de sentirme permanentemente juzgado por mi pasado en la cárcel. Siempre vuelven con lo mismo, sé que es lo que vende, pero no me lo banco”, termina. Ahora todo parece volver a empezar y Diego le pone el pecho.
Gentileza de revista semanario